2020 era el año marcado por el Programa del Sida de la Organización Mundial de la Salud (ONUSIDA) para que el 90 por ciento de las personas con VIH que estuviera diagnosticada, el 90 de estos recibiera tratamiento y el 90 de los tratados tuviera carga indetectable. Un objetivo ambicioso para algunos países, pero realizable en muchos otros. El paso siguiente sería el fin de la epidemia de VIH/sida para 2030.
Los datos actuales verifican que hay una ralentización en el ritmo al cual se van reduciendo las nuevas infecciones por el VIH, se va aumentando el acceso al tratamiento y se va terminando con las muertes relacionadas con el sida. En 2019 1,7 millones de personas contrajeron el VIH, lo que hace que más de 38 millones de personas estaban tengan VIH. Y solo en 2019 fallecieron 690.000 personas por enfermedades relacionadas con el sida.
Además, el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha avisado de que 12 millones de personas con VIH no recibe tratamiento y 1,7 millones contrajeron el VIH en 2019 por no tener acceso a los servicios esenciales para el VIH. Para Tedros, esta «brecha» está poniendo en entredicho el objetivo de acabar con el VIH como amenaza de salud pública en 2030.
A largo plazo, la organización de la OMS predice que las nuevas infecciones por el VIH podrían pasar de 123.000 a 293.000 de 2020 a 2022. Asimismo, para este mismo periodo, las estimaciones apuntan a que las muertes relacionadas con el sida podrían crecer de 69.000 a 148.000.
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